Había visto la inundación
nunca tan cerca.
Mi cabello entiesado
por el sol bendito
pide perdón a la lluvia
quien sacia su rabia.
Mis pies indígenas
sepultados en la tierra
que hizo polvo
el amor de mis padres.
Mi cerebro que sólo piensa en el dolor
mi pecho que explota en lágrimas
que no pretenden anegar
lo anegado.
Nuestra raza
primera y única
amando igual o más
sus alrededores.
Yo, dolido y sulloroso
casi derrumbado
al ver aquellos lugares
huérfanos de la mirada de Dios.
La desgracia quedará enterrada
bajo nuestros pies
prevalecerá la claridad.
El sol secará
el olor a podredumbre
tostará mi piel
con la luz de cada alba.
Construiremos el mundo deseado
allí mismo donde teníamos el otro.
Escupiremos sobre el moho
la obscuridad,el miedo y el temor.
Volveremos a escribir
nuestra propia historia
sobre nuestra propia tierra.
Esta vez será mejor.
Y si tuviéramos que volver a llorar
lloraremos
pero esta vez con la seguridad
de que nuestras lágrimas
no anegarán
Abonarán
para cultivar juntos
para construir juntos
el mundo que hemos deseado.
Fundo Los Hermanos, 10-08-1996.